sábado, 10 de mayo de 2014

Comentario en base a la investigación

Ahora que se hace un nuevo intento por levantar la industria de la caña en Puerto Rico, es bueno repensar el impacto que esto traería a nuestra estancada economía, la cual ya entra en su octavo año en recesión.  
Nuestro mejor período en cuanto a la producción de azúcar pasó a la historia, cabe señalar que muy poco se ha hecho en las últimas décadas por tratar de revivir este sector.  De haber sido un país próspero en la producción de azúcar no se hubiera desaparecido totalmente la última zafra. 

Ya no es cosa del pasado, se derrumban los mitos de que la
agricultura no tiene futuro en Puerto Rico,
se levanta una nueva generación.
(Fotografía: Suministrada)

Su presencia se fue disminuyendo por diversos factores, entre ellos la difícil mano de obra y la llegada de la industrialización del país.  La moderna tecnología avanzaba a pasos muy agigantados y el poco apoyo gubernamental aceleraron el fin de la industria de la caña.  Fue nuestro principal motor de desarrollo económico.  El país pareció nunca haberse dado cuenta que tiene una industria de rones que produce el 70% de ron en el mundo y que la materia prima para su elaboración la tienen que comprar a otros países productores de caña.  Estamos hablando de la melaza, muy importante en la creación del ron.  El aumento que estos países como Estados Unidos y Brasil le dan al procesamiento de la caña para elaborar etanol disminuyen en la compra de mieles que necesitan las destilerías en Puerto Rico para la fabricación de sus rones.  

En esta nueva oportunidad debemos apoyar al gobierno por levantar la industria de la caña. Precisamente y a petición de las elaboradoras del ron, surge este proyecto que puede traer un impulso económico y a su vez, la creación de nuevos empleos.  Una combinación con un operador privado que aportará una parte y la Autoridad de Tierras aportará los terrenos.  
Las condiciones y las herramientas las tenemos, también el conocimiento, pues ya lo hicimos en el pasado.  Ahora es cuestión de decirle "manos a la obra".

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